Un auriga, que representa la parte racional del alma humana, conduce un carro tirado por dos caballos, uno bueno y uno malo, que representan la parte irascible y la parte concupiscible del alma. El auriga, tiene serias dificultades para guiar a los caballos, que se debaten entre el bien y el mal, igual que ocurre en el alma humana.
El auriga, o la razón, ha de llevar al ser humano hacia la verdad, hacia la luz, lo que no será fácil, teniendo en cuenta el conflicto entre los dos caballos, que quieren ir en direcciones opuestas, lo mismo que sucede en el interior del alma humana.
Platón nos dice que el alma procede del mundo de las ideas y existía antes que el cuerpo. Su misión era seguir (con el carro) a los dioses en un movimiento cíclico y circular que transitaba entre el mundo de las ideas y el mundo sensible pero en medio de ese camino el caballo negro se encabrita y el auriga, incapaz de controlar el carro, pierde sus alas y el alma cae en el mundo sensible.
Así, el alma queda apresada en un cuerpo (cárcel) y dentro del mundo transitorio (sensible).Por tanto, el mundo sensible representa un castigo que puede ser perdonado (recuperar las alas y volver a casa) si en vida te dedicas a purificar el alma.
Según Platón, la única forma de purificar el alma y recuperar las alas es a través de la filosofía, ya que, nos enseña a llevar una vida racional, virtuosa y equilibrada. Que alimente y preste atención a cuerpo y alma: comer, dormir o amar de forma controlada (sin caer en el vicio=caballo negro).
El caballo negro es llamado por Platón Epithemetikón y lo define como un corcel negro, poco bello, rebelde, difícil de controlar y constituido por elementos contrarios. Es el alma apetitiva o concupiscible (situada en el abdomen-hígado), es decir, representa las pasiones irracionales que siente el ser humano hacia los placeres inmediatos y que es muy difícil de controlar. Este caballo es la parte más mortal del alma. Aquella que nos lleva por el mal camino y nos puede destruir. Es la parte del alma que se debe controlar a través de la virtud, moderación y la templanza
El caballo blanco es llamado Thimoides y Platón lo define como un caballo blanco, bello, dócil, bueno, virtuoso y constituido por elementos semejantes. Es alma irascible (situada en el pecho), es decir, representa las pasiones racionales: la indignación justa (cuando nos indignamos ante una injusticia)
Así, el caballo blanco es la parte más inmortal del alma. La que intenta llevarnos por el camino correcto (hacia la realidad moral), la que pretende llevar el carro hacia el mundo de la ideas. Según Platón, esta es la parte del alma que debe trabajar el individuo en vida a través de la virtud y la filosofía.
Solo el alma divina puede ascender sin problemas hacia los cielos, ya que los caballos que las guían son buenos debido a que su alimento, es la sabiduría. En cambio, el alma humana, es guiada por dos caballos que viven en conflicto, por lo que guiarla por el camino del bien, puede ser una ardua y fatigosa tarea.
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